Querida mujer...
Me despido de tu imagen en mi mente y mi corazón.
Nunca te conocí, nunca admiré tu rostro
Pero me aprendí los detalles de tus ojos y sonrisa,
en cada encuentro tan fugaz y maravilloso.
Me hiciste falta muchas veces en muchos momentos.
Y con sendas punzadas, la vida me dolía a ratos.
Susurrar tu nombre era un alivio
Aunque no estuviéramos juntos.
Nunca supe tu nombre, pero me lo aprendí de memoria.
Te guardaré en algún lugar de mi juventud eterna.
Para cuando decidas regresar, o llegar por vez primera.
Con cientos de historias que contar.
Quizás solo exististe en mi imaginación.
Un lugar muy raro en verdad.
Pero te quise siempre y como nunca.
A cada instante y en todo lugar.
Bajo la lluvia, bajo el tejado,
entre sabanas y rios de gente,
a la izquierda del mundo
y a la derecha también.
Te extiendo mi cariño, mis detalles,
mis defectos y así mismo conocer los tuyos,
tus animos, tus tristezas, para apoyarte
en cada uno de tus momentos.
Te lloré y te lloraré en silencio
quizás una ultima vez, por primera vez.
Porque esta es la parte de mi...
que te va a extrañar.
Dedicado con dejos de amor a esa mujer que en mi mente siempre estuvo conmigo, aunque no estuviera, la idealización de un amor sencillo, como el viento y como la lluvia de la juventud.
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