Me he perdido por el camino de la tristeza.
De arrancarme las uñas para expiar mis culpas.
De poner el dedo en la llaga infinidad de veces.
Del lamento que cuelga sobre mi cadáver.
Heme aquí arrepentido de mis pecados.
Arrepentido de alejar lo que una vez me hizo feliz.
Y ahora, como el mas amargo de los amaneceres,
me vuelco sobre la tierra para sentirme mejor.
Me lleno la cara de culpas, indelebles y sombrias
de causas innaturales que me han llevado al limite
de decepciones hacia mi mismo y sobre mi nombre.
De la búsqueda por salir de este dolor.
Me violento como la mínima de mis condenas
Pues ni 100 látigos, ni 100 miradas frias me bastan
para restaurar lo que ahora un sueño es.
Esta es la realidad que ahora me golpea una y otra vez.
Ahora me llevo las manos al rostro,
cubierto de tierra y sangre, esperando y nada mas.
Busco en las calles la lluvia falaz para desmentirla
y librarme de este cargo de conciencia que a rastras llevo.
Pido perdón no una, sino millones de veces hasta morir
porque aún así no me alcanzará la vida para remediar
lo que una vez fue...
pero ya no será: la confianza de sonreír.
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