El hombre ceniza es un ser que conozco no hace mucho, a veces le gusta sentarse a tomar café todas las mañanas, pensando que maquinará hoy.
No vacila al cocinar, siempre le han quedado bien los platillos a degustar que conforman su trozo de vida adherezado con su buena habilidad.
El hombre ceniza siempre está ahi para ayudar y escuchar, aunque no sea necesario o muy importante comunicar algo, es un faro de ayuda aunque el mismo peligre.
Podrá parecer débil, y tal vez lo sea, pero eso mismo le da la fuerte convicción de ser lo que es, un guerrero nato, necio, perseverante y muy ponderado.
El hombre ceniza, es tan ágil, que los pies vuelven a incendiarse para no ver la luz y centrarse en las luces rojas, azules y amarillas que forman parte de su propia luz.
No es que no conozca el miedo, el mismo ha estado ahí, mirando el abismo, con un gato en el hombro, con una nigromante y un gigante de hierro para salvarlo.
El hombre ceniza, nacido del vientre de su madre, nunca olvidó su origen, cuido la estrella que le dio la vida, y esta ahora lo cuida nuevamente desde el firmamento.
Tiene también un corazón, no es de piedra y tampoco es perfecto, aprende de sus errores, pero debe dejar volar el pasado libre.
El hombre ceniza es... eso, un hombre hecho de las cenizas del recuerdo, pero cuando mas parece que el viento lo va a tumbar, permanece firme, admirable para mi.
El hombre ceniza es mi amigo y lo admiro porque a pesar de la adversidad, sigue fuerte... como la primera vez que lo conocí.
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